Mariano Rodríguez
En estos tiempos revueltos en los que nos ha tocado vivir, hablamos a veces de la deshumanización que preside las relaciones humanas, de la indiferencia ante los problemas o de la falta de empatía para tratar con la gente; algo que ha existido siempre, dirá alguien, y es verdad, pero no olvidemos que una de las características más perniciosas de la ideología dominante es el individualismo, que cada uno resuelva sus problemas por sí mismo; y esto se manifiesta en el mundo laboral, en una relación trabajador-empresario, en la que el trabajador siempre lleva las de perder y también, en el ámbito privado, donde la familia es, muchas veces, una yuxtaposición de vidas que comparten necesidades más que ilusiones y proyectos. Está claro que luchar contra la ideología dominante pasa por construir relaciones interpersonales sólidas y solidarias y está claro, afortunadamente, que hay personas que tienen tan interiorizados los valores de la solidaridad, la lealtad y la bondad que los incorporan de forma natural a su quehacer cotidiano.
Hoy quiero hablar de una de esas personas, un buen compañero con quien comparto ideas y proyectos y un buen amigo desde hace mucho tiempo. Se llama Mariano Rodríguez y es una de las primeras personas a las que conocí cuando llegué a Linares hace más de veintiséis años. Mariano era ya una persona muy conocida y reconocida en la ciudad: había encabezado la candidatura del PCE en las Elecciones Municipales de mil novecientos setenta y nueve y había sido Teniente de Alcalde y Alcalde en funciones en el primer Ayuntamiento democrático; era uno de los organizadores de Comisiones Obreras en la provincia de Jaén, un militante del PCE en la clandestinidad y un luchador incansable en su empresa, Santana, con un papel fundamental en la huelga de mil novecientos setenta y siete, que estuvo a punto de costarle su puesto de trabajo… Pero, como decía, para él era normal encarar las dificultades desde el compromiso y su trayectoria de lucha era coherente en una persona que quiere transformar la sociedad, que ha encontrado su sitio en un partido y un sindicato y que, desde su propia cabeza y sin dejar de lado el corazón, se une a otras personas que comparten esos mismos ideales. Así nos acogieron él y su mujer, Emilia, y nos abrieron la puerta de su casa y nos ofrecieron la que quizás fue la primera cerveza que tomamos en Linares…
Desde entonces, han pasado muchos años, muchas reuniones, muchos debates y mucha movilización y Mariano Rodríguez ha seguido fiel a su conciencia desde la Secretaría Provincial de Comisiones Obreras, en la huelga de Santana en mil novecientos noventa y cuatro, desde el Comité de Empresa de Santana, en su segunda etapa como concejal del Ayuntamiento de Linares, en la Asociación de Antiguos Alumnos de la SAFA, en el Comité Provincial del PCA y en la Agrupación Local de Linares o desde la dirección provincial de Izquierda Unida. Mariano Rodríguez es parte de la historia del movimiento obrero en la provincia de Jaén pero no es historia, porque sigue trabajando de forma incansable cada día y lo mismo participa en la Caseta de Izquierda Unida en la Feria de Linares que en la fiesta del PCE en Madrid, en la manifestación de los Sindicatos o en las movilizaciones del 15-M. Defiende sus ideas y sus propuestas con profunda convicción, pero es respetuoso y elegante; sabe que la historia no empezó con él y por eso respeta y quiere a los veteranos del Partido que tienen en él una gran confianza. En los buenos momentos, expresa su alegría sin estridencias pero en los momentos difíciles, tampoco escatima una sonrisa, incluso un asomo de piedad ante actitudes que no puede comprender, pero que no le derrotan… Una vez le preguntaron que si los comunistas nunca se cansan y él respondió con un tratado de estrategia: sí, nos cansamos, pero descansamos y volvemos al trabajo. Así piensa y así actúa Mariano Rodríguez, con su sencilla sabiduría y la inmensa fuerza de su compromiso. Porque, efectivamente, ése es el camino, el que marcaron José Díaz, Dolores Ibárruri, Marcelino Camacho y tantos otros, el que Mariano nos invita a transitar cada día y al que espera, con su entusiasmo a prueba de todo, que se sume más gente para avanzar hacia la utopía.
Ana Moreno Soriano
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